El Estadio Municipal de Balaídos
Faltan apenas doce años para que el Estadio Municipal de Balaídos, cumpla su primer centenario, el treinta de diciembre de 1928, en plena Dictadura de Primo de Rivera, se inaugura el terreno de juego, con un partido entre el Real Club Celta de Vigo y el Real Unión de Irún, con un resultado final de siete a uno a favor del Celta.
Habían pasado cinco años desde la fundación del Real Club Celta, gracias al empeño de Manuel de Castro “Handicap” y Juan Baliño Ledo, los principales promotores del proyecto de fusión del Real Vigo Sporting Club y el Real Club Fortuna de Vigo se fusionaron creando así el Club Celta, con el objetivo de fortalecer la categoría del fútbol vigués.
Los primeros encuentros de la nueva formación tuvieron lugar en la Campo de Coia, situado aproximadamente en la confluencia de la calles Jacinto Benavente y Coruña.
El promotor del estadio de Balaídos fue la Compañía de los Tranvías Eléctricos de Vigo, constituyendo para ello la sociedad “Stadium Balaídos, s.a.” con la idea de situar el nuevo campo en la zona de Coia, pero los altos precios del suelo en la época los hicieron desistir de dicha ubicación, decidiéndose por un suelo en las inmediaciones del río Lagares, propiedad de la viuda del Marqués de Quiñones de León, suelos destinados fundamentalmente a labores agrarias.
En su primera etapa, las gradas eran de tierra y la única grada cubierta era la de Tribuna, todo el campo estaba rodeado por una valla de madera.
A principio de los años cuarenta se inician las negociaciones entre el Concello y los propietarios para la compra del estadio, en el Anuario de 1941, en el apartado de “Grandes Temas”, el alcalde Luis Suarez-Llanos Menacho, manifestaba que con la compra de dicha instalación deportiva, Vigo dará el primer paso para lo que va a ser “la zona olímpica de la ciudad”, en 1945 el alcalde informó a la sociedad propietaria del estadio, que o vendían o se expropiaba, finalmente el Concello adquirió las instalaciones de Balaídos por novecientas cincuenta mil pesetas.
Las primeras reformas del estadio de Balaídos, las realizó la sociedad propietaria del mismo, habilitando bancadas en la grada de Río, denominada así por situarse, sobre el curso del río Lagares. Una vez pasa a propiedad municipal, siendo alcalde Tomás Pérez Lorente, ingeniero militar de profesión, se amplía la grada de Río, pero es durante el gobierno de Rafael Jesús Portanet Suarez, con motivo de la designación de Vigo, como una de las sedes del Mundial de España’82 cuando se realizaron las mayores obras, cubriendo la totalidad de las gradas así como la construcción de una nueva grada de Río, para acoger los encuentros del Grupo “A” de la Primera Fase del Mundial, en Vigo jugarían las selecciones de Italia, Perú y Camerún, siendo el combinado italiano el que ganaría esta Copa del Mundo.
En esta nueva Grada de Río, construida para el mundial, a parte de su función de grada del estadio, cuenta en sus bajos con una serie de instalaciones entre las que se encuentra el complejo deportivo municipal de Balaídos, que cuenta con dos pistas polideportivas, seis pistas de squash, una recta de entrenamiento de atletismo y gimnasio de halterofilia, así como un Parque de Bomberos de Balaídos.
Sin duda alguna ya en los años cuarenta observamos como esta infraestructura deportiva que es el Estadio de Balaídos, capaz de movilizar a cientos de aficionados, es considerado como elemento dinamizador del urbanismo de la zona ya que el estadio fue considerado como la primera piedra del “Barrio Olímpico” de Vigo.
A punto de cumplir cien años la doble labor del estadio de Balaídos, como elemento dinamizador del urbanismo de esta zona de la ciudad, y como punto de reunión y peregrinaje de los celtistas de todo el mundo, nadie la discute.
Los aficionados celestes, que tenemos en Balaídos nuestro templo, estamos de enhorabuena ya que nuestro vetusto estadio, está siendo objeto de un proceso de renovación, el más importante en los últimos cuarenta años. Desde la reforma llevada a cabo para ser sede del Mundial de España’82, bajo la dirección técnica del arquitecto Pedro de la Puente, cuyo proyecto convertirá el actual Estadio de Balaídos, en un estadio del S. XXI.
La cuestión es, si la actual localización, es la más acertada para esta instalación deportiva de esta envergadura, y si no sería más adecuado, como ya pasó con el Campo de Coia hace casi cien años, buscar una nueva ubicación.
No cabe duda sobre la necesidad de la reforma del estadio, pero considero que se debería haber contemplando la posibilidad de un traslado, ya que Balaídos se encuentra constreñido en la trama urbana actual, por lo que apenas hay espacio para las aglomeraciones de personas que se forman en las inmediaciones del estadio en condiciones normales de uso en la zona de las gradas de Tribuna y Preferente y ya no digamos en la grada de Río Alto y Río Bajo, donde los aficionados poco más y salimos directamente a la Av. de Citroën. En la actualidad considero que apenas se dan las condiciones para una evacuación de emergencia y no me refiero al interior del estadio, que eso lo vemos todos los aficionados que acudimos a Balaídos cada quince días, si no en el exterior del estadio, que como ya comenté, opino que se encuentra muy constreñido en la trama urbana actual.
Por eso considero, que se debería haber abierto el debate sobre la idoneidad de la ubicación actual y la conveniencia o no de una nueva ubicación, por ejemplo, en la parroquia de Castrelos, Beade o Valladares, en una ubicación colindante a la Av. de Clara Campoamor, también conocido como el “Vial a Universidade”, ya que se trata de un vial de alta capacidad, con conexión directa con el segundo cinturón de circunvalación, lo que facilitaría el movimiento de vehículos, no solo de Vigo, si no de otras zonas del área metropolitana y de Galicia.
Trasladar el estadio, hubiera creado dos nuevos espacios urbanos, uno en su actual emplazamiento, que permitiría la creación de nuevos equipamientos y a su vez permitiría cumplir con alguna de las necesidades de la factoría de PSA, como la de un aparcamiento subterráneo, nuevas zonas verdes y la posibilidad de la mejora y ampliación de las instalaciones del pabellón situado en los bajos de la grada de Río, con la posibilidad de la creación de un nuevo centro deportivo unificando y ampliando las instalaciones de las pistas de atletismo.
A su vez el traslado a una nueva ubicación hubiera creado también un nuevo polo de desarrollo urbanístico, que pondría a disposición de los promotores y de toda la ciudadanía viguesa nuevo suelo para llevar a cabo viviendas eficientes y de calidad, que nos merecemos todos los que vivimos en esta gran ciudad.