La ciudad suma más de un millar de agencias inmobiliarias, el doble que hace cinco años
El encarecimiento del alquiler y el repunte de las compras devuelven la rentabilidad al negocio – La aprobación de la ordenación provisional urbanística anima a un sector que sufrió los efectos de la anulación del Plan Xeral
Carlos Ponce / Faro de Vigo
Hace unas semanas se sabía que la sangría en el comercio destruye empleos por cuenta propia en nueve de cada diez concellos gallegos. Solo se libran de este descalabro las actividades extractivas y las inmobiliarias. Estas últimas, precisamente, se han disparado en Vigo desde el 2012, uno de los últimos años de la crisis económica que azotó a todo el país. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en ese momento estaban afincadas en la ciudad un total de 577 empresas con algún tipo de actividad inmobiliaria. Desde ese año, la cifra no ha parado de crecer hasta llegar hasta las 1.050 actuales. 473 nuevas. En ese dato se incluyen desde agentes inmobiliarios autónomos, hasta intermediarios y empresas que se dedican al alquiler o venta de viviendas de todo tipo, oficinas y naves comerciales.
Por poner un poco en perspectiva esa cifra, Vigo tiene más inmobiliarias que Lugo y Pontevedra juntas. Y muchas firmas de Ourense o bien se han trasladado a la ciudad olívica o bien han abierto aquí una nueva sede. En los años más duros de la crisis económica, en Galicia cerraron alrededor del 60% de las empresas de este sector. El estallido de la burbuja especulativa provocó una destrucción de empleo en este mercado descomunal. Desde entonces, Vigo y A Coruña han liderado la recuperación de las promotoras.
Una de las claves para entender este crecimiento inmobiliario en Vigo, especialmente los últimos meses, está en el desbloqueo urbanístico que sufría la ciudad desde que el Tribunal Supremo anuló el PXOM en 2008. Muchas empresas miran ahora a Vigo gracias a la aprobación de la ordenación provisional permitirá recuperar el 35% de la superficie urbanizable del antiguo PXOM, alrededor de 45.000 parcelas. En torno a 23 millones de metros cuadrados se liberarán para utilizarlos para la construcción. Los datos que manejaba el sector hace un año, cuando persistía la incertidumbre urbanística, reflejan que el stock de vivienda nueva estaba bajo mínimos en Vigo, con apenas ochenta propiedades a la venta en toda la ciudad.
“Abrimos hace un año y medio, aprovechamos que el mercado estaba creciendo y que hubo un boom en tema de alquileres y ventas. Fueron unos meses en los que sin duda hubo un auge importante”, explica Juan Amaro, uno de los socios de Adaix B&G. Amaro justifica este crecimiento por la preferencia de muchas familias de adquirir una vivienda, especialmente usada, sobre todo como forma de inversión alquilándola en un futuro. Esta forma de sacar rendimiento económico se ha puesto de moda en los últimos años debido a los mínimos intereses que ofrecen los bancos actualmente, cuyos depósitos apenas dan ya rentabilidad alguna.
Los altos precios de los alquileres también están provocando que cada vez más personas se inclinen por la compra. Arrendar un piso estándar de dos habitaciones en el centro de la ciudad oscila entre los 700 y los 800 euros. Según promotores consultados por FARO, en zonas como el Arenal, García Barbón, Rosalía de Castro o Policarpo Sanz, los precios de los alquileres han aumentado más de trescientos euros en menos de tres años. “Vigo es una de las ciudades donde el alquiler está más complicado. Estamos ante una burbuja impresionante. Arrendar un piso es cada vez más caro mientras las pensiones y los sueldos no suben . Es una situación insostenible que va a acabar explotando en cualquier momento”, apuntan.
El alquiler de oficinas y naves comerciales también está tirando del negocio del sector. El cierre de comercios tradicionales por culpa de la crisis ha provocado un incremento de locales disponibles.
Sin ir más lejos, el pasado febrero la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias publicaba un informe que constataba que alquilar un espacio para montar un negocio en Príncipe sale mucho más caro que en cualquier otro barrio de Galicia. Un coste de 42 euros por metro cuadrado y que de hecho doblan a los de la cercana calle Velázquez Moreno. En el Casco Vello, por ejemplo, las tarifas medias descienden a 7,5 euros mientras que en el centro ronda los 14.
En los últimos meses, no obstante, los promotores inmobiliarios han notado un freno en el negocio. “La proximidad de las elecciones está afectando. Nadie sabe quién ni cómo se legislará después del 28 de abril. No sabemos cómo se regularán las hipotecas, si se meterá mano a los alquileres…”, explica Juan Amaro.
Sonia, de la inmobiliaria Nuevo Estilo, apunta otro motivo. “La enorme competencia que hay ahora mismo en Vigo ha provocado una pequeña caída del negocio últimamente. Somos muchos y es normal que esto suceda”, explica.